Hace exactamente 100 años, en Nueva York (EE.UU.), tuvo lugar una ceremonia que marcaría el comienzo de grandes cambios en la posición de la mujer en la vida judía.
Judith Kaplan (1909-1996), a los doce años, se convirtió en la primera estadounidense en celebrar un Bat Mitzvá el 18 de marzo de 1922. Judith era la hija mayor del rabino Mordecai Kaplan, el fundador del judaísmo reconstruccionista. Creyendo que las niñas deberían tener las mismas oportunidades religiosas que sus hermanos, el rabino Kaplan hizo arreglos para que su hija participara en una liturgia matutina de Shabat en su sinagoga, la Society for the Advancement of Judaism.
La propia Judith Kaplan no leyó el rollo de la Torá, como lo hacen los celebrantes modernos de Bat Mitzvá; en cambio, leyó un pasaje en hebreo e inglés de un Jumash impreso después del servicio regular de la Torá. Aún así, la innovación del rabino Kaplan ganó seguidores. A fines del siglo XX, en casi todas las congregaciones no ortodoxas, las niñas celebraban su mayoría de edad como un bnot mitzvah a través de las mismas ceremonias que experimentaban sus hermanos.
“El servicio procedió como de costumbre, a través de Shajarit y de la lectura de la Torá. Papá fue llamado por el honor de leer el maftir, la última sección de la lectura de la Torá. Cuando terminamos la haftará (…) me indicaron que me adelantara a un lugar debajo de la bimá, a una distancia muy respetable del rollo de la Torá, que ya había sido enrollado y vestido con su túnica. Pronuncié la primera bendición, y de mi propio Jumash leí la selección que mi padre había elegido para mí, continué con la lectura de la traducción al inglés y concluí con la brajá final. Era eso. El rollo fue devuelto al arca con canto y procesión, y se reanudó el servicio. No sonó ningún trueno, ni cayó ningún relámpago. La institución del bat mitzvá nació sin incidentes, y el resto del día fue de regocijo”. – – Judith comparte impresiones de su experiencia de bat mitzvah en The Book of the Jewish Life (UAHC Press).
Hay evidencia de que ya había surgido cierto reconocimiento del Bat Mitzvá a fines del siglo XIX y principios del XX en las comunidades judías tradicionales en partes de Europa y el Imperio Otomano, según The Jewish Women’s Archive. Lo que hizo que el momento de Judith Kaplan fuera importante a largo plazo fue que la cultura estadounidense apoyó la transformación de ese comienzo vacilante en un cambio sincero.
Actualmente, no se puede pensar en la experiencia de vida femenina en las congregaciones judías sin una ceremonia de Bat Mitzvá. Y cada vez más, no solo la posición de la mujer en la vida judía, sino las cuestiones de género en su conjunto han sido discutidas y colocadas en nuestras liturgias para el desarrollo continuo de un judaísmo en el que podamos vernos a nosotros mismos, desde las palabras que pronunciamos en el tefilot hasta en los puestos donde ofrecemos contribuir a la experiencia judía de nuestras comunidades.