La segunda declaración de principios del movimiento judío reformista de los Estados Unidos de 1937 fue un mensaje de paz para el planeta que ingresaba en la II Guerra Mundial. También un llamado a contribuir con la construcción de una patria judía en Palestina y la promoción de una fuerte identificación con la práctica religiosa.
El inicio del Siglo XX estuvo marcado en los Estados Unidos por una intensa ola migratoria de judíos de Europa Oriental que fue dejando en minoría a los judíos progresistas de origen alemán que habían iniciado el movimiento liberal.
Más sionistas y tradicionalistas en sus prácticas religiosas, los recién llegados ingresaron en las comunidades progresistas reclamando cambios, entre ellos, una explícita actitud positiva hacia el pueblo de Israel. El creciente antisemitismo, no sólo europeo, sino también estadounidense, reclamaba una nueva forma de organización comunitaria y política.
Algunos rabinos progresistas como Bernard Felsenthal, Stephen S. Wise, Abba Hillel Silver, se convirtieron en fervorosos sionistas y empujaron al movimiento progresista a modificar su actitud. Ese cambio forzó la redacción de un nuevo marco de principios que fueron plasmados en la Plataforma de Columbus de 1937.
Llamado “Los principios orientativos de la Reforma” introdujo conceptos sobre el pensamiento judío progresista: declaraba como sagrada tanto la literatura bíblica como la rabínica; afirmaba la validez de “la Torá, tanto escrita como oral” y, en un cambio importante, afirmaba “la obligación de todos los judíos de ayudar en la construcción de Palestina, como patria judía, esforzándonos para que sea, no sólo un puerto de refugio para los oprimidos, sino también un centro de cultura judía y de vida espiritual.”
Además, en respuesta a la posibilidad de la Segunda Guerra Mundial, hacía hincapié en la necesidad de la “paz universal” y “en el desarme físico y espiritual.”
La plataforma promovía una fuerte identificación y vinculación emocional con el judaísmo, a través de la práctica religiosa intensa. Eso quedó reflejado en el siguiente libro de oraciones del movimiento progresista, The Gates of Prayer (GOP), Las Puer-
tas de la Oración, editado por el rabino Jaim Stern.
La Plataforma de Columbus – 1937
En vista de los cambios que han tenido lugar en el mundo moderno y la consiguiente necesidad de establecer de nuevo las enseñanzas del judaísmo progresista, la Conferencia Central de Rabinos Americanos hace la siguiente declaración de principios. Los presenta, no como un credo fijo, sino como una guía para los elementos progresistas del judaísmo.
A. El Judaísmo y sus Cimientos
1. La Naturaleza del Judaísmo. El judaísmo es la expresión religiosa e histórica del pueblo judío. A pesar de que surge de la vida judía, su mensaje es universal, va dirigido a la unión y perfección de la humanidad bajo la soberanía de Dios. El judaísmo progresista reconoce el principio del desarrollo progresivo en la religión y conscientemente aplica este principio de desarrollo a la vida espiritual, cultural y social. El judaísmo da la bienvenida a toda verdad, tanto escrita en las páginas de las Escrituras, como la que desciframos estudiando la naturaleza. Los nuevos descubrimientos de la ciencia, aunque sustituyan las más antiguas visiones científicas subyacentes en nuestra literatura sagrada, no entran en conflicto con el espíritu esencial de la religión como se manifiesta en la consagración de la voluntad, el corazón y la mente humana al servicio de Dios y de la humanidad.
2. Dios. El corazón del judaísmo y su contribución principal a la religión es la doctrina del Único Dios viviente, que dirige el mundo mediante la ley y el amor. En Él, toda existencia tiene una fuente creadora y la humanidad, su ideal de conducta. A pesar de que trasciende el tiempo y el espacio, Él es la Presencia integradora que habita en el mundo. Nosotros lo adoramos como Señor del universo y como nuestro Padre misericordioso.
3. El Hombre. El judaísmo afirma que el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Su espíritu es inmortal. Colabora activamente con Dios. Como hijo de Dios, está dotado de libertad moral, y está cargado con la responsabilidad de superar el mal y de perseguir este ideal.
4. La Torá. Dios se revela no sólo en la majestuosidad, belleza y orden de la naturaleza, sino también en la visión moral y el esfuerzo del espíritu humano. La revelación es un proceso continuo, no limitado a un grupo ni a una época. Sin embargo, el pueblo de Israel, a través de sus profetas y sabios, alcanzó una visión única del reino de la verdad religiosa. La Torá, tanto escrita como oral, contiene la conciencia creciente de Israel por Dios y de la ley moral. Conserva los orígenes históricos, sanciones y normas de la vida judía, y busca amoldarlos en modelos de bondad y de santidad. Siendo productos de procesos históricos, ciertas leyes han perdido su fuerza vinculante cuando cambiaron las condiciones que las originaron. Pero como depositaria de ideales espirituales permanentes, la Torá sigue siendo fuente dinámica de la vida de Israel. Cada época tiene la obligación de adaptar las enseñanzas de la Torá a sus necesidades básicas, en consonancia con el genio creador del judaísmo.
5. Israel. El judaísmo es el alma cuyo cuerpo es Israel. Viviendo en todas partes del mundo, Israel ha permanecido unido, por los lazos de una historia común, y sobre todo, por la herencia de la fe. Como grupo reconozcemos aún la lealtad hacia los judíos que se han apartado de su tradición religiosa el vínculo que todavía nos une; nosotros creemos que es por medio de su religión y para su religión que el pueblo judío ha vivido. Los no judíos que acepten nuestra fe son bienvenidos como miembros de la comunidad judía. En todo país donde vive nuestra gente, ellos asumen y buscan compartir lealmente todos los deberes y responsabilidades de la ciudadanía y crear centros de conocimiento y religión. En la rehabilitación de Palestina, la tierra santificada por recuerdos y esperanzas, mantenemos la promesa de una nueva vida para muchos de nuestros hermanos. Afirmamos la obligación de todo el pueblo judío de ayudar a su construcción como patria judía, esforzándonos en hacer no sólo un puerto de refugio para el oprimido, sino también, un centro de cultura y vida espiritual. A lo largo de los siglos ha sido misión de Israel dar testimonio de Dios en el rostro de cada forma de paganismo y materialismo. Consideramos que es nuestra tarea histórica, cooperar con todos los hombres, en el establecimiento el reino de Dios, de la fraternidad universal, de la justicia, la verdad y la paz en la tierra. Este es nuestro objetivo mesiánico.
B. Ética
6. Ética y Religión. En el judaísmo, la religión y la moral se mezclan en una indisoluble unidad. Buscar a Dios significa esforzarnos para llegar a la santidad, la justicia y la bondad. El amor de Dios está incompleto sin el amor al prójimo. El judaísmo enfatiza el parentesco de la raza humana, la santidad y el valor de la vida hmana, y la personalidad y derecho del individuo a la libertad y a perseguir su vocación. La justicia para todos, sin importar la raza, secta o clase, es un derecho inalienable y una obligación ineludible de todos. El estado y el gobierno organizado existen para conseguir estos fines.
7. Justicia social. El judaísmo tiene por objeto el logro de llegar a una sociedad justa con la aplicación de sus enseñanzas en el orden económico, en la industria y el comercio y en los asuntos nacionales e internacionales. Su objetivo es la eliminación del sufrimiento y de la miseria, ocasionada por el hombre, la pobreza y la degradación, la tiranía y la esclavitud, la desigualdad social y los prejuicios, la mala voluntad y las luchas. Aboga por promover las relaciones armónicas entre clases en conflicto, sobre la base de la igualdad, la justicia y la creación de las condiciones, bajo las cuales, la personalidad humana pueda florecer. Aboga por la salvaguarda de la infancia contra la explotación. Aboga por la causa de todos los que trabajan y por sus derechos a un nivel de vida adecuado, prioritario a los derechos de la propiedad. El judaísmo hace hincapié sobre el deber de la caridad, y se esfuerza por lograr un orden social que proteja a los hombres, en contra la incapacidad material de la vejez, la enfermedad y el desempleo.
8. La Paz. El judaísmo, desde los días de los profetas, ha proclamado a la humanidad el ideal de la paz universal. El desarme físico y espiritual de todas las naciones ha sido una de sus principales enseñanzas. Aborrece toda violencia y confía en la educación moral, el amor y la compasion para garantizar el progreso humano. Concibe la justicia como el cimiento del bienestar de las naciones y la condición de la paz duradera. Insta a la acción organizada internacional para el desarme, la seguridad colectiva y la paz mundial.
C. Práctica Religiosa
9. La Vida Religiosa. La vida judía está marcada por la consagración de estos ideales del judaísmo. Llama a la participación de los fieles en la vida comunitaria judía, que encuentra su expresión en el hogar, en la sinagoga, en la escuela y en los demás organismos que enriquecen la vida judía y promueven su bienestar. El hogar ha sido y debe seguir siendo una fortaleza en la vida judía, santificado por el espíritu del amor y la veneración, por la disciplina moral y la observancia religiosa y del culto. La Sinagoga es la institución más antigua, y la más democrática de la vida judía. Es la institución comunitaria la que ha fomentado y conservado al judaísmo. Relaciona a los judíos de cada comunidad y los une con todo Israel. La perpetuación del judaísmo como fuerza viva depende del conocimiento religioso y de la educación de cada nueva generación en nuestra rica herencia cultural y espiritual.
La oración es la voz de la religión, el lenguaje y la aspiración de la fe. Se dirige desde el corazón del hombre hacia la mente de Dios, pone voz a las necesidades y esperanzas de la comunidad, y alcanza los objetivos que confiere la vida con valor supremo. Para profundizar en la vida espiritual de nuestro pueblo, debemos cultivar el hábito tradicional de la comunión con Dios, a través de la oración, tanto en casa como en la sinagoga.
El judaísmo como forma de vida requiere además de sus exigencias morales y espirituales, la preservación del Shabat, las festividades y los Días Sagrados, la conservación y el desarrollo de estas costumbres, símbolos y ceremonias que poseen un valor inspirador, el culto de las formas distintivas de arte religioso y música y el uso del hebreo, junto con la lengua vernácula, en nuestra liturgia y formación.
Estos eternos objetivos e ideales de nuestra fe, los presentamos de nuevo en un mundo confuso y convulso.
Hacemos un llamamiento a nuestros compañeros judíos a consagrarse a ellos de nuevo, en armonía con todos, con esperanza y coraje, para continuar la búsqueda eterna de Israel, la búsqueda de Dios y de Su reino.
Adaptado de la traducción al español publicada en “Vivir como judío – Historia, Religión y Cultura” de Rabino Dr. Rifat Sonsino