En 1885, una veintena de rabinos progresistas, liderados por Rabbi Kaufmann Kohler, sentó las bases del movimiento reformista de los Estados Unidos. Entre otras definiciones, declararon su compromiso con la acción social, la compatibilidad entre tradición judía y ciencia y eliminaron la kashrut y el uso ritual de la kipá.
Este artículo da inicio a una serie de artículos y documentos históricos que recorrerán las definiciones del judaísmo progresista que se ha expresado desde fines del Siglo XIX en plataformas. En ellas, en cada época, se definió la ideología de esta corriente mayoritaria del judaísmo mundial.
Se estima que en la década de 1880 cerca de 300 mil judíos europeos emigraron a los Estados Unidos. Cada cual con su tradición cultural y religiosa. La mayor parte, progresistas u ortodoxos. El conservadurismo era incipiente.
Ante el choque teológico y de prácticas, los rabinos progresistas sintieron la necesidad de aclarar sus posiciones, no sólo ante los ortodoxos, sino por caso ante racionalistas y humanistas como Felix Adler (1851-1933), hijo de Samuel Adler, de la ciudad de Nueva York, y fundador del movimiento Cultura Ética.
El 1 de noviembre de 1885, Kaufmann Kohler, un notable rabino progresista de la ciudad de Nueva York, que se convirtió después en uno de los presidentes del Hebrew Union College, invitó a sus colegas a una conferencia “con el propósito de discutir sobre la actual situación del judaísmo americano.” En respuesta a esta invitación, 19 rabinos llegaron a Pittsburgh, Pennsylvania. Tras una deliberación publicaron la Plataforma de Pittsburgh donde los rabinos declaraban ser una comunidad religiosa, no una nación que rezaba por el retorno a Palestina. Se comprometían con la acción social, en beneficio de la sociedad; afirmaban su creencia en la inmortalidad del alma, en lugar de la resurrección del cuerpo; reconocían que las enseñanzas judías y la ciencia no eran antagónicas; eliminaban las diferencias entre Cohen-Levi e Israel en materia jurídica; y sostenían que todas las leyes “con arreglo a la dieta, la pureza sacerdotal y el vestido, se originaron en épocas pasadas y bajo la influencia de ideas completamente extrañas a nuestro estado mental y espiritual actual,” y por ello las leyes del kashrut y la práctica de cubrirse la cabeza durante los servicios religiosos eran irrelevantes.
La Plataforma de Pittsburgh orientó al movimiento durante medio siglo. Sus enseñanzas están reflejadas en el Union Prayer Book (UPB), el primer libro de plegarias oficial del movimiento progresista de América, que fue editado por el rabino Kaufmann Kohler y publicado por la CCAR en 1895. Este sustituyó al libro de plegarias del rabino Wise, Minhag América, y otros textos de oraciones, publicados con anterioridad por cada uno de los rabinos progresistas.
Los judíos ortodoxos y conservadores, sin embargo, atacaron la Plataforma de Pittsburgh, tachándola de “credo radical.” Los conservadores en particular, estaban tan enfadados, que crearon su propia escuela rabínica, el Seminario Teológico Judío (JTS) en 1886.
La Plataforma de Pittsburgh (1885)
1. Reconocemos en cada religión un intento de comprender el Infinito, y en cada modo, fuente o libro de revelación, considerado sagrado en cualquier sistema religioso, la conciencia de la morada de Dios en el hombre. Sostenemos que el judaísmo representa la más alta concepción de la idea de Dios, como se enseña en nuestras Sagradas Escrituras, desarrollada y espiritualizada por los maestros judíos, de acuerdo con el progreso moral y filosófico de sus respectivas épocas. Sostenemos que el judaísmo preservó, y defendió en luchas y pruebas continuas, y bajo aislamiento forzado, esta idea de Dios como verdad religiosa central para la raza humana.
2. Reconocemos en la Biblia, el acta de la consagración del pueblo judío para su misión como sacerdote del Dios único, y la valoramos como el instrumento más potente de formación religiosa y moral. Consideramos que los descubrimientos modernos de las investigaciones científicas para el dominio de la naturaleza y de la historia, no son antagónicos a las doctrinas del judaísmo; la Biblia refleja las primitivas ideas de su época, a veces arropando su concepción de providencia divina y justicia, y trata de hombres, en sus relatos milagrosos.
3. Reconocemos en la legislación mosaica un sistema para formar al pueblo judío para su misión durante su vida nacional en Palestina, y hoy aceptamos como vinculante sólo sus leyes morales, y mantenemos sólo aquellas ceremonias que elevan y santifican nuestras vidas, pero rechazamos todas aquellas que no se adaptan a los criterios y hábitos de la civilización moderna.
4. Mantenemos que todas esas leyes mosaicas y rabínicas que regulan la dieta, la pureza sacerdotal, y el vestido se originaron en épocas y bajo la influencia de ideas completamente extrañas a nuestro estado mental y espiritual actual. No son capaces de impresionar a los judíos de hoy con el espíritu de santidad sacerdotal; su observancia en nuestros días dificulta la elevación espiritual moderna.
5. Reconocemos, en la era moderna de la cultura universal del corazón y del intelecto, la proximidad de la realización de la gran esperanza mesiánica de Israel, para el establecimiento del reino de la verdad, la justicia y la paz entre todos los hombres. Ya no nos consideramos una nación, sino una comunidad religiosa, y por ello no esperamos el retorno a Palestina, ni el culto del sacrificio bajo los hijos de Aarón, ni la restauración de ninguna de las leyes relativas al estado judío.
6. Reconocemos en el judaísmo una religión progresista, intentado estar de acuerdo con los postulados de la razón. Estamos convencidos de la necesidad absoluta de preservar la identidad histórica de nuestro gran pasado. Apreciamos la misión providencial del cristianismo y el islam, siendo religiones hijas del judaísmo, para ayudar en la difusión de la verdad monoteísta y moral. Reconocemos que el espíritu de la humanidad de nuestro tiempo es nuestro aliado en el cumplimiento de nuestra misión, y por eso, tendemos una mano amiga a todos los que colaboran con nosotros en el establecimiento del reino de la verdad y la justicia entre los hombres.
7. Reafirmamos la doctrina del judaísmo de que el alma es inmortal, basada en la creencia en la naturaleza divina del espíritu humano, que encuentra eternamente la felicidad en la justicia y la miseria en la maldad. Rechazamos como ideas no enraizadas en el judaísmo, las creencias tanto en la resurrección del cuerpo y en la Guehena y el Edén (infierno y paraíso) como morada del castigo y recompensa eternos.
8. En plena conformidad con el espíritu de la legislación mosaica, que se esfuerza en regular las relaciones entre ricos y pobres, creemos que es nuestro deber participar en la gran tarea de los tiempos modernos, en resolver, de acuerdo con la justicia, los problemas presentados por los contrastes y los males de la organización actual de la sociedad.
Adaptado de la traducción al español publicada en “Vivir como judío – Historia, Religión y Cultura” de Rabino Dr. Rifat Sonsino, págs. 263 a 268.