La Mishná nos ilustra sobre cuatro comienzos del año:

  • El 1 de Nisan, con su luna nueva, es el año nuevo de los reyes – calendario oficial del tiempo judío secular.
  • El 1 de Elul, con su luna nueva, el año nuevo de los diezmos y las alícuotas de las contribuciones a la economía de justicia social y equidad. Es el calendario judío impositivo.
  • El 1 de Tishrei, con su luna nueva, el año nuevo litúrgico, Rosh hashaná, que inaugura el aniversario simbólico de la creación del mundo y la humanidad. Es el calendario judío espiritual.
  • Y Tu Bishvat, 15 de Shvat, con la luna llena, inaugura el año nuevo de la naturaleza, donde el árbol es símbolo de nuestro arraigo y dependencia del ciclo natural.

Nada más sabio en nuestro tiempo que, frente a los desafíos del cambio climático y la reacción de la naturaleza a nuestra negligente profanación, volvamos a reflexionar cuán sabia es nuestra tradición que estableció un tiempo para conectarnos con la tierra y con nuestra dependencia vital con un ciclo natural.

Así la Torá nos enseña que el hombre es como el árbol del campo. Al mismo tiempo nos enseña los preceptos bíblicos ecológicos sustentables como los años sabáticos y del jubileo para que hombre y naturaleza establezcan un diálogo de interdependencia y respeto.

Nada puede ser más noble que plantar un árbol, ya que quizás no seamos nosotros, sino nuestros hijos, quienes podrán recibir los beneficios de sus servicios ambientales (la sombra, el oxígeno y el alimento). Una visión contemporánea de una ecología reformista asociada no solo a la armonía de la tierra, sino a una ecokashrut, donde nos regulamos por las normativas bíblicas de nuestros alimentos, además de consumir con ética insumos que tomen en cuenta la dimensión social del trabajo.

Aquí Tu Bishvat, ya no solo es Jag Lailanot, la fiesta de los árboles, se vuelve un valor ético integral que recupera una dimensión holística de nuestra visión espiritual de Tikun Olam. En el símbolo de un árbol, cada uno de nosotros tiene raíz – un legado al que nos arraigamos – y frutos – que dejaremos a las próximas generaciones.

Estas asumen nuevos desafíos de sentido, como el de cuidar esta casa común. En el libre albedrío somos libres, pero ahora también responsables por el planeta que habitamos. Y habiendo probado del árbol del conocimiento, podamos reflexionar en este nuevo año de los árboles que Tu Bishvat inaugura, si en efecto tenemos discernimiento o nos volvemos a expulsar por nuestras acciones y omisiones del paraíso, que podría volver a ser el mundo en el que vivimos.