Yo soy el Árbol de la Vida: una reflexión cabalística para Tu B’Shvat

¡Me fascina la etimología del idioma hebreo!

Las palabras se comprimen hasta llegar a una raíz de tres letras y cuando se despliegan a partir de esa raíz, forman nuevos frutos-palabras que florecen en un sentido similar y complementario.

Daré un ejemplo para que quede claro:

Árbol = Etz    Hueso = Etzem

Etz podría entenderse como estructura, el sistema óseo de nuestra estructura física y nuestro Árbol de la vida, nuestra estructura espiritual.

El Árbol de la Vida es un diagrama conocido en el estudio de la Cabalá.

Es una de las muchas herramientas utilizadas por la Cabalá para la correcta comprensión de las fuerzas que gobiernan el universo externo e interno de nuestro SER.

Según la Cabalá, la realidad se presenta en 10 dimensiones, representadas por las 10 sefirót. Ellas funcionan como canales a través de los cuales la Luz del Mundo Infinito llega al Mundo Físico, alimentando todo lo que existe, incluso nuestra alma.

Cada sefirá es como un filtro, a través del cual pasa la energía que se manifiesta de diferentes maneras, sin perder jamás su esencia.

En el estudio de las sefirot, encontraremos diferentes asociaciones, como atributos divinos, partes del cuerpo, planetas, entre muchas otras referencias, con el fin de establecer una relación de interdependencia entre todos estos elementos de la creación.

Sefirá proviene de la raíz Mispar, que significa número, y cada número es una medida que presta un valor. Así que se miden las Sefirot del Árbol de la Vida de nuestra alma, ellas son atributos, tales como: el amor, la certeza, la sabiduría, la disciplina, el equilibrio, la permanencia, el refinamiento y muchos otros que explicaremos a continuación.

Keter (que significa corona) fue la primera sefirá, el primer contenedor. Esta sefirá está más allá de nuestra realidad física, siendo el estado potencial de todas las cosas. La corona está por encima de la cabeza y precede a cada pensamiento, siendo la Fuente de donde surgen todas las cosas y a donde regresarán después de completar su ciclo de existencia en Maljut (reino).

Maljut es la dimensión del mundo físico, de los aspectos tangibles de la realidad; es la única sefirá donde la materia parece existir. En el mejor de los casos, solo logramos percibir algo cercano al 10% de toda la realidad, un número que expresa la medida de nuestra limitación.

En el cuerpo, Maljut representa los pies y la boca, el Mundo de la Acción, relacionando diferentes aspectos de nuestra existencia física, como caminar, dormir, comer, trabajar, bailar, hablar, actuar, etc.

En Maljut se manifiesta el deseo de recibir, ya que es el punto más distante de la Fuente. De ahí viene la sensación de “falta”, y este deseo es vital y nos mueve.

Para superar ese deseo, es necesario ejercitar la observación y la reflexión, un comportamiento contemplativo, donde a través de nuestras actitudes tranquilas y asertivas nos convertimos en cocreadores proactivos de toda la realidad. Herramientas como meditaciones, plegarias y oraciones, son capaces de provocar transformaciones espirituales para alcanzar la energía espiritual de los mundos superiores.

El deseo de recibir de un cabalista debe estar vinculado al deseo de compartir, y así hay un buen tránsito del flujo. 

Desarrollar la virtud de la humildad y el sentido de dignidad nos convierte en receptores de lo que necesitamos recibir para poder evolucionar.

Experimente la paz y la prosperidad interior que emanan el cruce energético de los vórtices de nuestros Árboles de la vida, pensando en cómo podemos llevar esta sabiduría a todos los que amamos.

Sandra Strauss es la creadora del abordaje Cabalá de la Casa, escritora, profesora de Cabalá y fundadora de la escuela Engenharia da Alma.